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La institución recupera el servicio en el comedor en una jornada de largas colas y con un regalo: 150 kilos de queso del World Cheese Awards.

Una sopa de ajo con pan para el primer plato, fabes estofadas de segundo y pollo guisado de tercero. Ese, amén de una manzana y un lácteo para el postre, fue el menú de ayer en la Cocina Económica de Oviedo. No uno cualquiera, y no por los platos, elaborados con todo el mimo por medio centenar de voluntarios y las propias monjas, sino porque fue el que se sirvió en la reapertura del comedor benéfico a la presencialidad tras más de un año y medio de crisis sanitaria en el que las Hermanas de la Caridad habían estado entregando la comida en bolsas.

Una temporada «muy difícil», admitió el presidente de la entidad benéfica, José García-Inés, en la que prácticamente se duplicó el número de usuarios diarios con respecto a 2019 y en la que, en total, los brazos que hacen funcionar las cocinas de la casa cada día de forma ininterrumpida han preparado más de 350.000 kilos de comida.

«En los momentos más duros hemos llegado a dar hasta 350 menús diarios entre comidas y cenas -se entregaba todo en la misma bolsa-, cuando apenas llegaban a 180 hace dos años». Unas 900 raciones cada día entre los distintos platos y 60 kilos de comida ya preparada y lista para servir de los casi mil que se utilizan cada jornada, calculó el presidente. «Hubo un incremento enorme de la necesidad con el cierre de empresas y todas esas personas que se fueron quedando sin trabajo», lamentó.

Ahora, con ochenta mesas habilitadas en el comedor (han tenido que quitar seis para cumplir las recomendaciones sanitarias), la Cocina Económica espera una disminución del número de usuarios diarios. Al menos, aseguró García-Inés, «si empieza a mejorar la situación económica y la sociedad mejora, tendría que ir bajando». Porque lo que está claro, sentenció, «es que aquí viene gente con casos de extrema necesidad» y, también, «algunas personas mayores que se encuentran solas».

Quesos de «cinco tenedores»
Quien no cabía de júbilo cuando el reloj apuntaba las doce y media y una larga cola ya se extendía desde la puerta del comedor casi hasta la facultad de Psicología, era la responsable de la Cocina, sor Fernanda García. «Estamos todos muy felices e ilusionados de volver a abrir el comedor, porque este lugar es como una casa más en Oviedo en la que sentarse alrededor de una mesa y sentirse como en un hogar con la familia».

Eso por un lado; por otro, porque la organización del International Cheese Festival les ha donado una selección de 150 kilos de quesos de los participantes en el World Cheese Awards. Variedades de parmesano, Gamoneu o Afuega l’ Pitu de «hasta mil euros» por pieza. «Ni en un restaurante de cinco tenedores», valoró el presidente, quien celebró que «ahora tenemos queso para una buena temporada». «Nos sentimos muy agradecidos de que la ciudad siempre nos tenga en cuenta: la solidaridad crece aún en mayor medida que las dificultades de las personas», felicitó ella.

A los fogones, mientras tanto, Florentino Menéndez volaba de un lado a otro, controlando la calidad y buena presencia de los platos. «Cada día es diferente y tengo que arreglármelas para preparar un menú saludable y variado a la altura, ser creativo, y es una de las cosas que más me reconfortan», aseguró. Y al queso, prometió el chef, «le vamos a sacar partido, son muchas bocas a las que alimentamos».

Fuente: El comercio